El Sanatorio Durán, un misterioso lugar que durante décadas, ha estado rodeado de numerosas leyendas e historias de fantasmas. El complejo sanitario se levanta en Tierra Blanca de Cartago, zona aislada y montañosa del Valle Central, en Costa Rica. Las grandes dimensiones del recinto, así como el ambiente decadente, brumoso y frío de la región, se conjugan para transmitir una sensación inquietante a quienes tengan la ocasión de visita este enclave. La historia de este hospital, es oscura y escabrosa. Comenzó como hospital para tuberculosos de primer nivel (uno de los mejores de América), aunque también cumplió las funciones de orfanato y prisión. En 1973, los daños provocados por la histórica y desastrosa erupción del volcán Irazú (a cuyas faldas se erige), fueron el último clavo en el ataúd del sanatorio, ya que desde entonces, se le relegó a un total olvido. Se dice que posteriormente, grupos de satanistas comenzaron a frecuentar el lugar, fraguando cientos de aterradoras leyendas en torno al misterioso edificio.
Sin duda, el más notable personaje de la historia de este hospital, es el doctor Carlos Durán Cartín, a quien el recinto, debe su nombre. Durán llegó a ser presidente de Costa Rica por un corto espacio de tiempo, y nombrado diputado en dos ocasiones. Estudió medicina en París, en el Guy’s Hospital de Londres, y en México, donde se graduó en 1874. Con apenas 22 años, se le nombró miembro del Real Colegio de Cirujanos de Inglaterra. Viajó por varios países para incrementar sus conocimientos, y al volver a Costa Rica, inició su labor como la mayor figura médica del país.
Carlos Durán Cartín. |
El centro contaba con cuatro secciones: un pabellón de hombres, otro para mujeres, el tercero destinado a niños, y el cuarto, para personas con altos recursos económicos. Debido a su aislamiento, el complejo sanitario era prácticamente autosuficiente.
Doctores y monjas vivían en las instalaciones, en edificios separados de los pabellones de enfermos. Poco se sabe de la vida de las monjas, pues sólo ellas entraban en su planta.
Los pacientes eran cuidadosamente evaluados a su ingreso. Debían internarse tres meses como mínimo. Más tarde, una junta valoraba sus avances para determinar si el paciente, podía ser dado de alta o si debía seguir internado más tiempo. El centro sufrió diversas ampliaciones a lo largo de su historia con estilos dispares, por lo que los edificios, parecen estar "apilados" unos sobre otros.
Este hospital llegó a ser reconocido como uno de los mejores de América, pero de los años 40 a los 70, la aparición de fármacos antibióticos, redujo drásticamente el número de enfermos por tuberculosis, quienes ya podían ser atendidos de manera ambulatoria, haciendo innecesarios los sanatorios como el Durán. En 1973 cerró debido a la erupción histórica del volcán Irazú, que paralizó y sumió al país en una crisis sin precedentes. Más tarde pasó a reutilizarse como un orfanato, conocido como Centro de Adaptación Juvenil Luis Felipe Gonzales Flores, también a cargo de las monjas Hermanas de la Caridad. En este período, se quemó el viejo pabellón de hombres durante un incendio.
Posteriormente y durante un corto espacio de tiempo, sirvió como cárcel modelo. En 1990, se cedió la infraestructura al Ministerio de Agricultura y Ganadería, quien la donó a la Unión de Pequeños y Medianos Productores Nacionales. Fue a partir de ese momento cuando el hospital sufrió los azotes del vandalismo, y comenzó a ser frecuentado por supuestos grupos satánicos.
Actualmente, la entidad a cargo realiza cultivos experimentales allí, y se ha habilitado un pabellón que cumple la función de salón de actos.
Muchas son las leyendas que rodean al viejo Sanatorio Durán, y se dice que muchos de los espíritus de quienes moraron ahí, continúan en el viejo hospital.
Actualmente, es visitado por muchos turistas que pagan 500 colones (unos 2 euros) por persona al cuidador para hacer un recorrido por sus oscuros y solitarios pasillos. El edificio también ha sido utilizado para filmar escenas de películas.
Santiago Leitón, quien vive y administra el lugar, asegura que durante las noches se escuchan gritos, golpes en las paredes, y pasos inexplicables.
Se han reportado en el lugar numerosos fenómenos paranomales, como esferas de luz, sombras y apariciones, entre otros. Pacientes, médicos y una siniestra monja, son algunos de los fantasmas que se han avistado en el tétrico hospital.
El Sanatorio despierta además fuertes sentimientos en los vecinos de Cartago, por lo que historiadores y arquitectos, exigen un reconocimiento como patrimonio nacional. Respecto a los testimonios de extraños fenómenos en torno al viejo hospital, éstos se sostienen en el tiempo y por parte de muchas personas, cada vez más. Hay quien cree que la naturaleza del sitio, destinado a albergar enfermedad y sufrimiento, contribuyó a generar una carga de energías negativas que, en armonía con el entorno aislado, montañoso y de neblina en el que se erige, convergen para formar un aura romántica ideal para que las leyendas de fantasmas, tomen forma.
Este tipo de historias son universales, y nadie jamás ha podido demostrar la existencia más allá de la muerte. Todos los datos reunidos a lo largo de la historia, ni siquiera nos han acercado a solucionar o demostrar de una manera sólida esta misteriosa interrogante. Por ello, se nos otorga una licencia válida para soñar o adivinar entre las tétricas sombras de viejos y raídos edificios, neblinosas y espectrales siluetas que continúan merodeando por el lugar desligadas del tiempo (aunque no del espacio), reas en un interminable bucle existencial del que quizá, no logren escapar jamás.
Esperamos que el artículo, haya sido de su agrado.
Cordiales saludos.
Oniria Misterio
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