Hoy, hablaremos de Alfred Kubin, un genial artista que fue capaz de lograr lo que muy pocas personas han podido; representar el subconsciente, dando una imagen a los miedos, pesadillas, y sentimientos más oscuros del ser humano. Las obras de este enigmático y atormentado personaje, influyeron en grandes pintores surrealistas como Dalí. También se considera a Kubin un importante representante del expresionismo. Su estilo destaca por sus fantasías oscuras, espectrales y simbólicas. Kubin combinó el talento para las artes plásticas con el literario, e ilustró obras de Edgar Allan Poe, E.T.A. Hoffmann y Fyodor Dostoevsky, entre otros. Es también autor de numerosos libros, como su novela de 1909 Die Andere Seite (El otro lado), a veces traducida como La otra parte, una distopía apocalíptica de atmósfera claustrofóbica y absurda.
Nacido en 1877, Alfred Leopold Isidor Kubin vivió una infancia disfuncional. A los 10 años, su madre murió de tuberculosis, algo que le marcaría profundamente de por vida: "Después de que ella me bendijo y dijo sus palabras de despedida, su rostro familiar, de repente se volvió pellizcado y extraño", escribió más tarde. "Los innumerables cadáveres y personas moribundas que interpreté como artista también son hijos de ese terrible día". Poco después de esa tragedia, el padre de Kubin se casó con la hermana de su madre, pero ésta murió de sobreparto.
Según el propio Kubin, su primer amor fué una niña que murió repentinamente por una enfermedad. Dijo enamorarse cuando la vió pálida y tendida en su ataud.
Antes de cumplir los 12 años, el artista fue seducido por una mujer mayor y embarazada, una experiencia sobre la que más tarde, relató: "eso me excitó tremendamente y proyectó sus sombras hasta mi temprana edad adulta". Kubin sufrió palizas durante su infancia: "En mi corazón sólo sentía odio, odio, odio hacia mi padre y todos los hombres". Sufrió crisis nerviosas, y a los 19 años intentó suicidarse en la tumba de su madre, pero su pistola oxidada se atrancó, evitando el fatal desenlace. En propias palabras de Kubin, le faltó valor para apretar el gatillo por segunda vez. En 1898, descubriría el poder saludable del arte, y aprendió a canalizar su dolor en dibujos espeluznantes, extraños, surrealistas y enigmáticos.
Un artículo de 1903 en el Berliner Illustrirte Zeitung, escribió: "este arte ... te atrapará y barrerá, transmitiéndote ideas y estados de ánimo de una realidad extraña que se quemará en tu cerebro como con golpes de hierro".
Es aterrador contemplar el arte de Kubin a través de la lente de su vida, ya que consiguió aprovechar su triste pasado para convertirlo en un portentoso talento.
Sus excentricidades, se filtraron tanto a través del arte del pasado como de las tendencias de su tiempo, lo que alentó el cultivo de la obscena autocomplacencia. Su estilo visual, emuló al embriagador pero pegajoso cóctel de sexo y muerte del artista simbolista belga Félicien Rops.
En 1898, por consejo de un amigo de la familia, el padre de Kubin finalmente le permitió ingresar a la escuela de arte en Munich, donde estudió por primera vez con Ludwig Schmidt-Reutte en clases privadas de dibujo durante un año. También asistió a algunas de las clases de Nikolaus Gysis en la academia, pero odiaba las técnicas tradicionales de dibujar bodegones y desnudos. En cambio, encontró inspiración en el trabajo de filósofos como Schopenhauer y Nietzsche, quienes le ayudaron a forjar su sombría cosmovisión. Descubrió el trabajo de Klinger, Goya, de Groux, Rops, Munch, Ensor, y Redon, entre otros. La influencia de Klinger y Goya, se puede ver en las obras de su primer período, en el uso intensivo de aguatinta, y su contenido grotesco y fantástico de ensueño. Se involucraría en el círculo de artistas Sturmfackel, pertenecientes a varias escuelas diferentes, que incluía a Ernst Stern, Alexander Salzmann, Albert Weisgerber, Gino Finetti y Rudolf Levy.
A través de contactos en el grupo, pudo organizar su primera exposición en la Galería Paul Cassirer en Berlín en el invierno de 1901, pero el contenido de sus pinturas conmocionó a la prensa y causó indignación. Poco después de esto, conoció a Hans von Weber, quien como mecenas, fue crucial durante el período inicial de Kubin. Sólo unas pocas semanas después de conocerse, planeaba publicar una selección de las impresiones de Kubin. La cartera fue bien recibida, por lo que ganó reconocimiento en círculos más amplios.
El trabajo de Kubin se volvió más dócil cuando conoció a su joven novia, Emmy Bayer en 1902. El tono de su obra se volvió menos inquietante. Sin embargo, Bayer moriría en diciembre de 1903 y poco después, conocería a la mujer que sería su esposa de por vida, Hedwig Grundler, la hermana que había enviudado a una edad temprana, con quien vivió acompañados de muchos animales. Incluso tenían dos monos, aunque Kubin, mató a uno después de una reacción nerviosa del animal mientras le bañaba. Sin embargo, no fue un matrimonio sin problemas, ya que Hedwig estaba frecuentemente enferma y se volvió adicta a la morfina, pasando frecuentes temporadas en sanatorios desde 1904 hasta 1919. La dote sustancial que recibieron fue agotada por su adicción y, debido a su ausencia, Kubin volvió a estar solo. Tras la muerte de su esposa, llevó una vida tranquila retirada en un castillo del siglo XII, en Zwickledt. Aunque no dejaría de trabajar, por lo que siguió creando muchos más sus inigualables dibujos hasta 1959, año en el que murió. Kubin fue galardonado con el premio del Gran Estado Austriaco en 1951, y con la condecoración Austríaca de las Ciencias y las Artes en 1957.
Quizá también debido a vivir el horror y la desesperación de dos guerras mundiales, Kubin excavó profundamente en su psique y en su problemática autobiografía, emergiendo con las mismas fijaciones que impregnaban la intelectualidad europea de la época. Sus confesiones agonizantes, estaban en sintonía con la estética simbolista más "avanzada", y con las teorías recientemente propuestas por Sigmund Freud. En 1899, justo cuando Kubin descubrió que podía aprovechar sus pesadillas para plasmarlas en sus obras, Freud forjaba su propia teoría del sueño, ese conducto vital desde el inconsciente que atravesamos a diario.
El sexo, la muerte y su crisol en el avaricioso cuerpo femenino, también impregnaron la Europa de principios de siglo. La icónica mujer fatal, apareció más o menos simultáneamente en el "Vampiro" de Munch, en "Salomé" de Beardsley y Wilde, y en la prostituta amoral de Wedekind, "Lulu".
En los mismos años que Kubin perfeccionaba a sus monstruos femeninos, Picasso moldeaba las caras aterradoras en forma de máscara y los cuerpos angulares de sus "Demoiselles D'Avignon", a quienes inicialmente, concibió como prostitutas.
Y con esto, finaliza el artículo de hoy. Esperamos que este breve recorrido por la vida, obra y mentalidad de este singular artista, así como las fotografías de sus dibujos, hayan sido de su agrado.
Nacido en 1877, Alfred Leopold Isidor Kubin vivió una infancia disfuncional. A los 10 años, su madre murió de tuberculosis, algo que le marcaría profundamente de por vida: "Después de que ella me bendijo y dijo sus palabras de despedida, su rostro familiar, de repente se volvió pellizcado y extraño", escribió más tarde. "Los innumerables cadáveres y personas moribundas que interpreté como artista también son hijos de ese terrible día". Poco después de esa tragedia, el padre de Kubin se casó con la hermana de su madre, pero ésta murió de sobreparto.
Según el propio Kubin, su primer amor fué una niña que murió repentinamente por una enfermedad. Dijo enamorarse cuando la vió pálida y tendida en su ataud.
Antes de cumplir los 12 años, el artista fue seducido por una mujer mayor y embarazada, una experiencia sobre la que más tarde, relató: "eso me excitó tremendamente y proyectó sus sombras hasta mi temprana edad adulta". Kubin sufrió palizas durante su infancia: "En mi corazón sólo sentía odio, odio, odio hacia mi padre y todos los hombres". Sufrió crisis nerviosas, y a los 19 años intentó suicidarse en la tumba de su madre, pero su pistola oxidada se atrancó, evitando el fatal desenlace. En propias palabras de Kubin, le faltó valor para apretar el gatillo por segunda vez. En 1898, descubriría el poder saludable del arte, y aprendió a canalizar su dolor en dibujos espeluznantes, extraños, surrealistas y enigmáticos.
Un artículo de 1903 en el Berliner Illustrirte Zeitung, escribió: "este arte ... te atrapará y barrerá, transmitiéndote ideas y estados de ánimo de una realidad extraña que se quemará en tu cerebro como con golpes de hierro".
Es aterrador contemplar el arte de Kubin a través de la lente de su vida, ya que consiguió aprovechar su triste pasado para convertirlo en un portentoso talento.
Sus excentricidades, se filtraron tanto a través del arte del pasado como de las tendencias de su tiempo, lo que alentó el cultivo de la obscena autocomplacencia. Su estilo visual, emuló al embriagador pero pegajoso cóctel de sexo y muerte del artista simbolista belga Félicien Rops.
En 1898, por consejo de un amigo de la familia, el padre de Kubin finalmente le permitió ingresar a la escuela de arte en Munich, donde estudió por primera vez con Ludwig Schmidt-Reutte en clases privadas de dibujo durante un año. También asistió a algunas de las clases de Nikolaus Gysis en la academia, pero odiaba las técnicas tradicionales de dibujar bodegones y desnudos. En cambio, encontró inspiración en el trabajo de filósofos como Schopenhauer y Nietzsche, quienes le ayudaron a forjar su sombría cosmovisión. Descubrió el trabajo de Klinger, Goya, de Groux, Rops, Munch, Ensor, y Redon, entre otros. La influencia de Klinger y Goya, se puede ver en las obras de su primer período, en el uso intensivo de aguatinta, y su contenido grotesco y fantástico de ensueño. Se involucraría en el círculo de artistas Sturmfackel, pertenecientes a varias escuelas diferentes, que incluía a Ernst Stern, Alexander Salzmann, Albert Weisgerber, Gino Finetti y Rudolf Levy.
A través de contactos en el grupo, pudo organizar su primera exposición en la Galería Paul Cassirer en Berlín en el invierno de 1901, pero el contenido de sus pinturas conmocionó a la prensa y causó indignación. Poco después de esto, conoció a Hans von Weber, quien como mecenas, fue crucial durante el período inicial de Kubin. Sólo unas pocas semanas después de conocerse, planeaba publicar una selección de las impresiones de Kubin. La cartera fue bien recibida, por lo que ganó reconocimiento en círculos más amplios.
El trabajo de Kubin se volvió más dócil cuando conoció a su joven novia, Emmy Bayer en 1902. El tono de su obra se volvió menos inquietante. Sin embargo, Bayer moriría en diciembre de 1903 y poco después, conocería a la mujer que sería su esposa de por vida, Hedwig Grundler, la hermana que había enviudado a una edad temprana, con quien vivió acompañados de muchos animales. Incluso tenían dos monos, aunque Kubin, mató a uno después de una reacción nerviosa del animal mientras le bañaba. Sin embargo, no fue un matrimonio sin problemas, ya que Hedwig estaba frecuentemente enferma y se volvió adicta a la morfina, pasando frecuentes temporadas en sanatorios desde 1904 hasta 1919. La dote sustancial que recibieron fue agotada por su adicción y, debido a su ausencia, Kubin volvió a estar solo. Tras la muerte de su esposa, llevó una vida tranquila retirada en un castillo del siglo XII, en Zwickledt. Aunque no dejaría de trabajar, por lo que siguió creando muchos más sus inigualables dibujos hasta 1959, año en el que murió. Kubin fue galardonado con el premio del Gran Estado Austriaco en 1951, y con la condecoración Austríaca de las Ciencias y las Artes en 1957.
Quizá también debido a vivir el horror y la desesperación de dos guerras mundiales, Kubin excavó profundamente en su psique y en su problemática autobiografía, emergiendo con las mismas fijaciones que impregnaban la intelectualidad europea de la época. Sus confesiones agonizantes, estaban en sintonía con la estética simbolista más "avanzada", y con las teorías recientemente propuestas por Sigmund Freud. En 1899, justo cuando Kubin descubrió que podía aprovechar sus pesadillas para plasmarlas en sus obras, Freud forjaba su propia teoría del sueño, ese conducto vital desde el inconsciente que atravesamos a diario.
El sexo, la muerte y su crisol en el avaricioso cuerpo femenino, también impregnaron la Europa de principios de siglo. La icónica mujer fatal, apareció más o menos simultáneamente en el "Vampiro" de Munch, en "Salomé" de Beardsley y Wilde, y en la prostituta amoral de Wedekind, "Lulu".
En los mismos años que Kubin perfeccionaba a sus monstruos femeninos, Picasso moldeaba las caras aterradoras en forma de máscara y los cuerpos angulares de sus "Demoiselles D'Avignon", a quienes inicialmente, concibió como prostitutas.
Y con esto, finaliza el artículo de hoy. Esperamos que este breve recorrido por la vida, obra y mentalidad de este singular artista, así como las fotografías de sus dibujos, hayan sido de su agrado.
Cordiales saludos.
Oniria Misterio
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