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SANATORIO DE AGRAMONTE

El enclave al que dedicaremos este artículo es, seguramente, el lugar embrujado más célebre de España.

Nos referimos, por supuesto, al Sanatorio de Agramonte, a las faldas del monte Moncayo, en la provincia de Zaragoza, muy cerca del límite con Soria.


Este edificio, es el sueño de cualquier amante del misterio.

Hasta él, se han desplazado cuantiosos investigadores de lo paranormal y parapsicólogos, algunos, de reconocido prestigio, consiguiendo capturar excelentes evidencias.

Un lugar lleno de leyendas que cautiva con su singular firma.

Acompañadnos en este minucioso recorrido por el interior de tan emblemático enclave.

El pasillo-túnel. Uno de las zonas más activas del sanatorio.

LOCALIZACIÓNEl Sanatorio de Agramonte, se encuentra ubicado a unos 15 km del municipio de Tarazona, provincia de Zaragoza. Aunque el límite con la provincia de Soria, es muy cercano.

Se halla a los pies del monte Moncayo, dentro del límite del parque regional del mismo nombre, sumergido en una exhuberante y frondosa masa forestal. El monte Moncayo, es la mayor cumbre del Sistema Ibérico, con sus 2314 msnm.
Explanada cercana al sanatorio. En la imagen, se puede apreciar la densa vegetación que domina el entorno y, al fondo, el monte Moncayo.

HISTORIA
Alrededor de los años 20 del pasado siglo, se pretendió dar un impulso económico a la zona del Moncayo.

Tras varios años de gestión, en 1927 se declara Moncayo como Sitio Natural de Interés Nacional, por Real Decreto.

Durante la II República, en 1927, se ceden al ayuntamiento de Tarazona 40000 Ha por orden ministerial.

Éstas, estarían destinadas para construir la Ciudad Montaña de Agramonte, un ambicioso proyecto inmobiliario en el que irían incluídos un sanatorio, un hotel y colonias escolares. El proyecto, se paralizó durante la Guerra Civil, aunque se retomó tras el fín de esta, después de arduos intentos.

El primer edificio que se empezó a construir, fué un hotel-refugio.
Imagen de archivo del hotel, que más tarde, pasaría a ser sanatorio para tuberculosos.

En aquella época el Hotel-Refugio tenía instalaciones de agua corriente, baños, calefacción y luz eléctrica, por lo que era bastante lujoso para aquella época.
Imagen de archivo. El hotel. Al fondo, el monte Moncayo.
Constaba de dos plantas:
En la planta baja, comedor, cocina y salón.
En la planta superior, once habitaciones.
Imagen de archivo del Sanatorio.
Al comenzar la Guerra Civil, el edificio sufre un total abandono. El Estado, decide reconvertir el hotel en sanatorio para tuberculosos.
Imagen de archivo. En ella, se pueden ver a los enfermos tomando el sol y respirando el aire puro del Moncayo.
En mayo de 1938, el General Martínez Anido, ministro de Orden Público, inaugura el sanatorio oficialmente.
Imagen de archivo. En ella, un recorte de periódico que hace mención a la inauguración del Sanatorio de Agramonte.
En agosto del mismo año, llegan al centro las Hermanas de la Caridad para poner en marcha el proyecto sanitario del Estado. Recibieron la ayuda de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y La Rioja, quienes proporcionaron a las Hermanas el personal sanitario.
Imagen de archivo. El enunciado superior de la foto, habla por sí solo
El sanatorio, daría servicio a quienes no podían pagarse el tratamiento, ya que en aquella época, la tuberculosis, no era cubierta por la Seguridad Social. En un principio, sólo se trataría a mujeres y niños en el centro, aunque más tarde, se comenzó a admitir también a hombres.
Con el tiempo, el complejo fué objeto de proyectos de ampliación. Se construyeron dos pabellones más. Éstos, estaban dotados de una construcción mucho más humilde que el edificio principal, ya que éste, se diseñó para ser un hotel lujoso.
Imagen de archivo. Fuente exterior, frente a la entrada principal.
Con el descubrimiento de la estreptomicina y otros fármacos que permitieron casi erradicar la tuberculosis, las camas del Sanatorio de Agramonte, fueron quedando gradualmente vacías, hasta que, el 30 de septiembre de 1978, cerró sus puertas definitivamente, siendo condenado al abandono.
Imagen de archivo. Las terrazas.

Imagen de archivo. El sanatorio en los 70.
Y abandonado se mantiene hasta la fecha, con un acusadísimo deterioro provocado por el tiempo, la climatología, el olvido y, como no, por el vandalismo y expolio de algunos de sus visitantes, lo cual, ha traído como consecuencia el lamentable y penoso estado que el edificio luce actualmente.
Sanatorio de Agramonte en 2017. Como menta el cartel del fondo, el estado del edificio es bastante malo.

EL LUGAR EN SÍ
Pocos lugares impresionan tanto a sus visitantes desde su primer contacto visual con él.
El edificio, resiste a duras penas el permanente ataque de la colonización vegetal. Hierbas, arbustos y enredaderas, envuelven prácticamente la totalidad de algunas fachadas.
Primera impresión del sanatorio. Como vemos, la vegetación se ha adueñado prácticamente del lugar y del edificio.

Como se aprecia en la imagen, el estado de algunas zonas del complejo es ruinoso.
No obstante, el viejo sanatorio, irradia una singular energía. El color blanco de sus deterioradas fachadas, peleando por destacar entre el verde intenso de las plantas invasoras, crea un intenso contraste de colores que lo dota de una gran belleza desolada.

Al fondo, el monte Moncayo, se alza majestuoso, coronando el paisaje sobre la densa cúpula forestal.
Algunas zonas del sanatorio, están siendo tomadas por la vegetación.
Decidimos acceder al interior del sanatorio por una de las puertas del edificio que queda a la izquierda, muy reconocible por el conducto de extracción que tiene en la fachada.
Como se aprecia, en el centro de la fachada, todavía se conserva el conducto de extracción.
Al adentrarnos en el edificio, el contraste visual cambia drásticamente. 

De los exhuberantes verdes del exterior, pasamos a los tonos pajizos y desolados del interior. Tan sólo un curioso alicatado y algunas ventanas, quedan como única huella del viejo sanatorio.
Primera vista del interior del sanatorio. Como vemos, todavía se conserva el alicatado y las ventanas originales.

Esta zona ya está siendo invadida por la vegetación.
No tardamos mucho en toparnos con una de las zonas más célebres del sanatorio por su actividad paranormal; el pasillo-túnel del sótano. Las evidencias recogidas por investigadores en este punto, se cuentan por centenas.

Nos adentramos en él y la temperatura cae drásticamente a causa del poco calor que entra del exterior, debido a su aislamiento y el grosor de sus muros. La ausencia de ventanas y menor ventilación, ayuda a que esta diferencia térmica, se haga más notoria.
El pasillo-túnel, ubicado en el sótano.
Avanzamos por él para llegar a unas escaleras situadas al fondo. Éstas, llevan a la planta principal. En el recorrido hasta llegar a ellas, nos encontramos diversas salas, entre las que se encuentra la zona de calderas, donde se conservan todavía las mismas. Estas calderas, alimentaban todo el sistema de calefacción del sanatorio durante los duros e implacables inviernos del Moncayo.
Calderas de calefacción.

Escaleras de acceso desde el sótano a la planta baja o principal.
Subimos por las escaleras y, sin esperarlo, accedemos a la puerta principal de la planta baja.

Pese a su total expolio y penoso estado, todavía conserva rasgos del señorío de sus mejores años. 

Debemos recordar que esta zona del sanatorio, fué antaño un hotel de lujo, por lo que aún queda alguna reminiscencia de ello, como por ejemplo, el suelo de mármol y otros detalles arquitectónicos. 

Encontramos un enorme pasillo que se adentra hacia la izquierda, y al frente, a la derecha, el gran portón principal. A la izquierda, unas escaleras, por las que se accede a la primera planta.
La entrada principal del sanatorio.
Antes de adentrarse en el hall, giramos a la izquierda y nos encontramos con lo que fué el salón. Esta sala tiene dos alturas, una chimenea y estantes empotrados de obra, seguramente, para colocar libros. En el suelo, un gran pentáculo, señal de que en el lugar, se han podido llevar a cabo ritos de índole satánica u oscura.
Chimenea y estantes empotrados del salón.

Vista del salón desde el pasillo. A la derecha, pueden apreciarse los escalones de las dos alturas. En suelo, un pentagrama, símbolo utilizado en rituales satánicos.
Decidimos inspeccionar primero la planta superior, con lo cual ascendimos por las escaleras de la planta principal al primer piso.
Imagen del portón principal mientras subíamos por las escaleras al piso superior.
Subiendo las escaleras, ascendemos a la primera planta. Nos encontramos con unos baños y vestuarios, y a la derecha, un enorme y tenebroso pasillo que surca de un extremo a otro el interior del sanatorio.
Escalera de acceso al primer piso. Al fondo, unos aseos y otras estancias más.

Vista del final del pasillo, en forma de "L". Sobre el marco de la puerta, un solitario y singular orbe. si nos fijamos, tiene una pequeña estela, lo que indicaría, que fué captado en movimiento, y que su velocidad, era bastante alta, ya que el tiempo de exposición en esta fotografía, fué muy corto.
Al adentrarnos un poco en el pasillo, nos encontramos con una puerta a la derecha. 

Tras ella, unas angostas escaleras de caracol que conducen a la buhardilla. Suponemos que en ellas se almacenarían materiales, al tiempo que servirían para tareas de reparación, como reponer tejas estropeadas, etc.
Escaleras de caracol que conducen a la buhardilla.

Buhardillas. Como se aprecia, hay derrumbes en algunas zonas. El tejado está en en penoso estado.
Bajamos de la buhardilla, y comenzamos a recorrer el tétrico y desolado pasillo, así como sus estancias. Las habitaciones, se encuentran en penoso estado, teniendo algunas varios derrumbes que hace bastante peligroso el transitar por ellas.
Pasillo de la primera planta.
Casi al final del pasillo, se abre una amplia y arqueada entrada a la derecha, la cual, conduce a la capilla. Ésta, se encuentra a la altura de la planta baja. La capilla, está considerada una de las zonas más activas del sanatorio, en lo que a actividad paranormal se refiere.
Pasillo del primer piso. Al fondo, a la derecha, la arqueada entrada que conduce a la capilla.
Bajamos las escaleras y por fin, llegamos a la capilla. Nos quedamos maravillados con su gran belleza deteriorada. La capilla, aunque no es muy grande, tiene gran singularidad. A día de hoy, se encuentra totalmente saqueada y vandalizada, con tabiques tirados y cientos de graffitis en sus paredes. 

Hay dos graffitis que llaman poderosamente la atención. 

Se trata de los dos rostros de triste semblante, situados uno a cada parte del altar. Estos rostros dan un toque desdichado y melancólico a la estancia. La mencionada capilla, tiene varios vanos para alimentar de luz la estancia. 

También cuenta con un convexo entrante, de dos vanos más pequeños que los demás, donde probablemente, estaba ubicado el altar.
La capilla. Al fondo, se ubicaba el altar. A  los lados, dos rostros de triste expresión.

Fotografía de archivo de la capilla.
La sala, se extiende hacia la derecha, donde hay una amplia estancia con más vanos. Al entrar hacia este ensanchamiento, hay un pequeño habitáculo con cenefas de religiosas ornamentaciones. Suponemos que era donde se exponía alguna imagen de carácter religioso.
Pequeño habitáculo de ornamentación religiosa en el que, seguramente, se expondría alguna imagen.
La otra parte de la capilla.
Volvemos a subir por la escalera a la primera planta, para seguir recorriendo el impresionante corredor y sus estancias. En esta zona, el estado de las habitaciones, es muy malo. Muchas de ellas, tienen graves desperfectos en el techo.
Imagen de una de las habitaciones de la primera planta. Como se puede apreciar, el estado del techo es deplorable y peligroso.
Llegamos al final del pasillo y nos encontramos con una doble puerta abatible de esféricas ventanas, que inmediatamente, nos recuerdan a hospital.

Se trata del antiguo quirófano, en el cual, hay multitud de reportes de actividad paranormal. 

Increíblemente, esta sala se encuentra en mejor estado que otras partes del edificio.
Puertas del quirófano.




Distintas imágenes de la zona de quirófanos.

Salimos del quirófano y nos encontramos a la izquierda con una escalera que conduce a la planta baja, a una zona en la que se puede acceder al exterior. 

También hay una puerta a la izquierda, que da acceso a una sala con suelo de plaqueta, en la que hay una baranda metálica para evitar caídas a la especie de foso en el que hay unas escaleras que conectan con el sótano. Esta sala, también tiene acceso al exterior y también a la planta baja.


Escaleras cerca del quirófano. Conducen a este rellano con acceso al exterior. A la izquierda, una puerta que conduce a una  sala en la que hay unas escaleras que conducen al lúgubre sótano.

Escaleras de acceso al sótano. Esta zona, conecta con el exterior y con la planta baja. 

Si accedemos al exterior por esta salida, hay varias dependencias anexas, pero algo aislada dentro del edificio. En esta zona, creemos que se ubicaba el mortuorio.

Tiene sentido, ya que se haya bastante aislada del edificio, y la sala tiene un alicatado desde la mitad inferior de la pared. 

También tiene un discreto acceso al exterior, y el espacio suficiente para que algún vehículo, llegase hasta la puerta, detalles, que podrían reafirmar la teoría.


La sala que, probablemente, fuese la sala de autopsias. En la foto de abajo, se puede ver el hueco y el sistema de sumidero. Ahí estaría ubicada la mesa de autopsias. A la izquierda, una mesa de obra alicatada, probablemente, para dejar instrumental.
Volvemos a entrar en el edificio y nos dirigimos al acceso a la planta baja mencionado con anterioridad. Al pasar unas puertas de doble hoja, accedemos al pasillo por el cual, de seguirlo, se llega de nuevo al hall de la entrada principal.

Este pasillo tiene accesos a las terrazas de la planta baja, donde los enfermos, tomaban sus baños de sol y respiraban el aire fresco y puro de la montaña.
Pasillo de la planta principal. En ellos, hay puertas de acceso a las terrazas.

Terrazas de la planta baja.
Avanzamos de nuevo por el pasillo en dirección a la puerta principal, para volver al sótano y salir al exterior por la zona de máquinas, con la intención de visitar y recorrer las instalaciones exteriores, separadas del edificio principal. En el trayecto, pasamos por las cocinas, las cuales, todavía conservan la campana de extracción.
Pasillo-túnel.

Cocinas. Como vemos, todavía se conserva la campana y algo de maquinaria utilizada en ella. Al fondo a la izquierda, los soportes de las fregaderas y las mesas de preparación.

Volvemos a salir por donde entramos.
Salimos al exterior, donde hay algunas construcciones separadas del edificio central. Entre ellas, se encuentra otro pequeño edificio en el que seguramente, viviría personal sanitario o clerical. 

Este pequeño pabellón, tiene grandes entradas en la planta baja, por lo que seguramente, serían las cocheras. 

Este edificio cuenta con una construcción mucho más humilde que el edificio principal.
Pequeño pabellón separado del edificio principal. Probablemente, sería para alojar a personal del sanatorio. Se pueden apreciar la gran entrada, que hace suponer que serían las cocheras.





Imágenes de distintas partes del edificio secundario.
Recorrimos los exteriores del recinto, encantados con el gran contraste visual que nos brindaba el paisaje. 

Entre la exhuberante vegetación, todavía se hace notar la singularidad de este sanatorio. 

Por el exterior, en la parte trasera del edificio, se puede ver la parte de la capilla que da al exterior, así como las contraventanas exteriores del resto del edificio, peleando con las enredaderas. 

También algunas pequeñas instalaciones, como la caseta del transformador eléctrico, y habitáculos de reducidas dimensiones.
Tras el umbral de esta puerta, se puede ver la fachada exterior de la capilla, en la parte trasera  del recinto.

Fachada trasera. Todavía se conservan las contraventanas.

Caseta del transformador eléctrico.
Sin embargo, en nuestro paseo, vemos de repente una especie de cobertizo, en el que se encuentra ubicado un gran horno. 

Se dice que ese horno, se utilizaba para incinerar a los fallecidos en el sanatorio. Sin embargo, hay quienes afirman que ese horno, era para quemar ropa, basura, etc. De hecho, se dice que no se incineraban cuerpos en el sanatorio, sino que había un pequeño cementerio ubicado en las proximidades, que servía para dar sepultura a aquellos que no podían pagar un entierro.

El cementerio existe, pero no tuvimos tiempo de visitarlo de día. A primera vista, parece que el horno es lo suficientemente grande para que quepa un cuerpo. Sin embargo, vemos que la apertura para la aportación de combustible (con forma semicircular) está abajo, por lo que creemos que no se trata de un horno crematorio, aunque tampoco podemos afirmarlo con rotunda seguridad.
Cobertizo del horno.
El horno.

Pasillo exterior, ahora invadido por las zarzas, que va directo al cobertizo del horno.
Esperamos que este recorrido por el Sanatorio de Agromonte, haya sido de vuestro agrado, y que os haya acercado un poco más a este mítico enclave del misterio español.

Os animamos a visitarlo, para que podáis disfrutar en primera persona de la singular belleza en ruinas de este magnífico enclave, el cual, sigue alimentando su leyenda de encantado día tras día. Que así continúe. Volveremos, Agramonte.

Cordiales saludos.

Oniria Misterio.


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